Colectivo defiende los derechos de las mujeres inmigrantes en São Paulo

Conozca al Equipo de Base Warmis Convergencia de las Culturas y sus frentes de trabajo

15.09.23

Warmis significa mujeres en quechua, la lengua nativa de los pueblos andinos. El nombre ancestral da vida al colectivo de mujeres inmigrantes que se articularon a partir del movimiento humanista en São Paulo en 2013. 

«El movimiento humanista surgió con el escritor argentino Mario Rodrigues Luis Cobos, más conocido como Silo, en 1969. El movimiento tiene un papel muy importante en América Latina en la lucha contra la violencia y cualquier tipo de discriminación, desde una mirada que se centra en el propio ser humano. El individuo necesita cambiar primero para luego transformar la sociedad en la búsqueda de la paz», explica Sandra Morales, miembro de Warmis. 

Inicialmente, el objetivo era agrupar a mujeres bolivianas residentes en São Paulo. «Pero cuando las fundadoras, Jobana Moya, inmigrante boliviana, y Andrea Caravantes, inmigrante chilena, empezaron a formar el equipo de base, descubrieron que otras mujeres de distintas nacionalidades pasaban por las mismas dificultades. También había hijas de inmigrantes. Así que abrieron la posibilidad de que el colectivo estuviera compuesto por un grupo más amplio», cuenta Sandra. 

El colectivo, por tanto, está formado por cualquier mujer inmigrante o hija de inmigrante. Hoy participan en Warmis mujeres de Bolivia, Perú, Costa Rica, Estados Unidos, Chile, Colombia y Argentina. El número de miembros fluctúa. «A veces tenemos más, a veces menos. Hemos tenido más de 15 mujeres en el colectivo, este año sólo somos nueve. No es rígido porque es un colectivo, y porque muchas mujeres regresan a sus países de origen, se unen a otros colectivos, etc», dice.

Imagem: reprodução Warmis.

Equipo base

A diferencia de otros colectivos, que con los años tienden a profesionalizarse, Warmis sigue siendo un colectivo del movimiento humanista. «El objetivo es seguir trabajando como mujeres voluntarias y hacer trabajo de base. No son objetivos institucionales, no pretenden convertirse en ONG ni hacer asistencialismo», afirma Sandra Morales, miembro del colectivo. 

Según Sandra, las historias de migración son diversas. Muchas mujeres vienen a estudiar, otras vienen de visita y terminan quedándose por alguna razón. Hay mujeres que emigran por matrimonios con brasileños y otras que vienen en busca de mejores oportunidades de trabajo. O incluso por guerras y crisis políticas, «como ocurre, por ejemplo, con las inmigrantes venezolanas. Tienen dificultades para volver al país, o incluso para enviar dinero a los que se quedaron, ya que la situación política allí es muy compleja», comenta.

Las mujeres de Warmis se reúnen todos los jueves. En las reuniones, primero hacen un trabajo individual, en el que cada mujer hace una evaluación de cómo le ha ido la semana. Después, utilizando las herramientas del movimiento humanista, intentan reflexionar sobre sus actitudes, identificar prejuicios y microviolencias o analizar cuestiones sociales del mundo actual. Sólo después de estas actividades se debaten cuestiones administrativas: las acciones del mes, las invitaciones recibidas para participar en eventos, el reparto de responsabilidades, etc.

«Es importante decir que actuamos defendiendo los derechos de los inmigrantes en general. Intentamos centrarnos en las mujeres, pero los problemas relacionados con la inmigración afectan a todos, hombres, niños, así que acabamos actuando también en este sentido», sostiene Sandra.

Violencia obstétrica y actividades culturales

Imagem: reprodução Warmis.

Actualmente, el colectivo actúa en cinco frentes de acción: el de la salud de las mujeres inmigrantes, en el que hacen campaña contra la violencia obstétrica. «Muchas inmigrantes, especialmente las indígenas, que vienen de Bolivia, Perú y norte de Chile, que son quechuas y aymaras, tienen prácticas de salud diferentes de la medicina occidental. Y los profesionales de la salud atienden con una mirada prejuiciosa, cuestionando el uso de hierbas, diciendo que aquí en Brasil no es así, que sólo hay que tomar medicamentos recetados por los médicos», cuenta Sandra.

También está el frente de economía solidaria, en el que difunden el trabajo de las mujeres inmigrantes en todas las redes del colectivo. También está el grupo de estudio, donde se reúnen para leer a autoras de América Latina o del Sur Global. El grupo está abierto a cualquier mujer inmigrante o hija de inmigrante, no es necesario formar parte del colectivo para participar. Para estos estudios, se reúnen una vez al mes.

Y están las actividades culturales: Warmis mantiene el grupo musical Lakitas, abierto a cualquier mujer inmigrante para tocar música andina hecha con el instrumento de viento. «Las Lakitas empezamos con una subvención de la municipalidad, con la que comprábamos los instrumentos, los trajes, hacíamos viajes de estudio, etc. Ya no contamos con este apoyo, así que cuando nos invitan a tocar, algunas organizaciones nos ofrecen un subsidio. El objetivo no es lucrarse, la ayuda económica es bienvenida, pero no es una condición», detalla Sandra.

Cinco miembros de Warmis también han publicado libros infantiles con historias de inmigración. Los libros tratan temas relacionados con la diversidad cultural y también denuncian los prejuicios. «Uno de los libros, por ejemplo, trata de una niña a la que le prohíben hablar en español en el colegio, su profesora no se lo permite», recuerda Sandra.

Por último, el colectivo colabora con el Centro Cultural de São Paulo (CCSP), donde una vez al mes realizan presentaciones, charlas y talleres sobre temas relacionados con la inmigración. Además, los ensayos de las Lakitas se celebran siempre en el CCSP.

Para acabar con la discriminación

En São Paulo viven legalmente unos 370 mil inmigrantes. La mayoría son bolivianos, seguidos de chinos, haitianos y peruanos. Las políticas de inmigración se han reforzado desde 2017, con la edición de la Ley de Migración. Para Sandra Morales, sin embargo, «a pesar de que Brasil es un país de acogida, se hace muy poco en la práctica y los inmigrantes siempre están en último lugar cuando se trata de políticas para las minorías».”

Como consecuencia, hay pocas posibilidades de entrar en el mercado laboral y el acceso a servicios públicos, como la sanidad y la educación, se ve obstaculizado. «Otro problema es la falta de acceso a la documentación, que sigue siendo cara, difícil y lenta de conseguir. Si no tienes documentación, no puedes conseguir trabajo. Por eso seguimos viendo a muchos inmigrantes con títulos universitarios ocupando las calles de São Paulo como vendedores ambulantes», afirma. 

Colectivo Warmis
Imagem: reprodução Warmis.

Para Sandra, las mujeres son las que más sufren los problemas de la inmigración porque muchas son madres solas, que necesitan trabajar, dejar a sus hijos en la guardería o en la escuela, y no pueden. «Esta madre no ha elegido ser soltera, esto ocurre por varias razones: separación, divorcio, viudedad, abandono, y tiene que asumir sola las responsabilidades familiares», dice. En muchos países extranjeros hay leyes sexistas que obligan a las madres a emigrar, enfatiza Sandra. 

También llama la atención sobre las hijas de inmigrantes: «Las niñas, hijas de inmigrantes que nacieron en Brasil y hablan perfectamente portugués, también sufren prejuicios. Me han contado que en la escuela y en otros ambientes les preguntan por qué viven aquí, les piden que vuelvan al país de origen de sus padres. Y cuando estas chicas llegan a la juventud, buscan espacios donde sentirse seguras y bienvenidas. Así llegan muchas jóvenes a las Lakitas, a los grupos de voluntariado y al grupo de estudio», explica.

«Además de todos los prejuicios, muchas jóvenes cuentan que no se sienten brasileñas ni del país de sus padres. Nacieron en Brasil, así que dicen que no son de otro país, porque crecieron aquí, pero en casa, se crían en la cultura de sus padres, así que existe esta duda sobre dónde están realmente», añade.

Rescate cultural, voluntariado y solidaridad

Por el nombre en quechua, uno imagina que el colectivo Warmis es sólo de mujeres bolivianas. «Pero estamos abiertas a todas las mujeres inmigrantes, no sólo a las latinas», advierte Sandra.  El colectivo Warmis se asocia con otros grupos de inmigrantes de la ciudad, como Milbi y Si yo puedo, y ha sido reconocido en São Paulo por su labor de defensa de los derechos de las mujeres inmigrantes.

«El otro día estaba en el teatro y una mujer vino a darme las gracias diciendo que si no hubiera sido por Warmis, no habría vuelto a conectar con su cultura. Era una mujer boliviana, que decía que había salido de su país queriendo olvidarlo todo. Pero después de conocer el trabajo de Warmis empezó a identificarse de nuevo con su cultura, y también como mujer inmigrante que vive en São Paulo. Me sorprendió, porque es un retorno muy sensible, difícil de medir», recuerda Sandra. 

Colectivo Warmis
Imagem: reprodução Warmis.

 

Sandra Morales es peruana, de origen indígena quechua. Cuenta que se trasladó a Brasil con su marido, invitado a trabajar en el país. Ambos tienen estudios universitarios y de posgrado. Ella es psicóloga y él ingeniero. La alta cualificación, sin embargo, no impide la discriminación. «Todavía hay muchos prejuicios contra las mujeres bolivianas, chilenas, peruanas. Dicen que somos sucias, desordenadas, ladronas, piensan que no somos profesionales cualificadas, luchamos mucho contra los prejuicios», explica. 

Sandra participa en Warmis desde hace cuatro años. «Mi primera acción política en São Paulo fue en el barrio. El parque Aclimação estaba en total abandono y formé un grupo con varios padres y madres para luchar por la recuperación del parque. Después empecé a participar en consejos municipales. En aquel momento también conocí a Warmis».

Ella y su marido llegaron a São Paulo en 2013 con el plan inicial de quedarse solo dos años, el tiempo que duraría el contrato de trabajo. El tiempo de trabajo aumentó y se quedaron. Su hija, recuerda, nació en Brasil. En los últimos años, sin embargo, hubo una crisis política en Perú, posponiendo sus planes de regresar. «Vine porque invitaron a mi marido a trabajar en Brasil, fue una inmigración pacífica, pero la crisis política en Perú se agravó y ahora es difícil volver», concluye Sandra.

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* Aviso a los lectores: la producción de Lupa do Bem se ha centrado en orientaciones sobre los derechos y el empoderamiento de la mujer durante todo el mes de marzo, con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer.

Maira Carvalho
Periodista y Antropóloga, Maira es responsable de informar y escribir artículos en Lupa do Bem.
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